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Otra historia de dolor; la dejaron entrar a San Luis para cuidar un pariente con cáncer pero a sus hijos no

Noelia Altamirano viajó a la provincia para acompañar y asistir a su tío abuelo que fue operado de cáncer de colon. Si bien le autorizaron el permiso luego de 11 solicitudes, necesita que también le permitan tener a su lado sus tres pequeños.

Noelia Altamirano, sus hijos y su tío abuelo.
Actualizada: 25/08/2020 23:31
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En diálogo con El Chorrillero, Noelia Altamirano contó por qué la vida la tiene hoy en San Luis.

Su tío, Víctor Manuel (76 años) fue intervenido por el cáncer de colon que padece; y es además un paciente diabético. Vive en Cerro de Oro, en la Villa de Merlo, y desde que fue operado lo atiende dos veces por semana un enfermero.

Por eso ella decidió dejar la ciudad de Balcarce (en Buenos Aires), y llegar a San Luis para dedicarle los cuidados que necesita: el hombre no tiene más familiares en tierra puntana. Ella tramitó y consiguió hacer el cambio de domicilio.

“El otro día se le produjo una hernia, y es porque está solo. Si no se cuida lo tienen que volver a operar y al ser una persona mayor de edad no queremos que vuelva a pasar por una cirugía”, señaló Altamirano.

Contó que hace un mes y medio comenzó a enviar “incansablemente” solicitudes al Comité de Crisis para que la dejen entrar. Las respuestas fueron siempre negativas hasta el undécimo intento que fue cuando la contactaron. En ese momento le dijeron que “tenía menos de 24 horas para estar en la entrada de la provincia”.

“Mi idea desde el principio fue venir con mis nenes de 5, 4 y 8 años para hacerle compañía a mi tío y asistirlo; a mis hijos no los pude traer porque cuando se comunicaron desde el Comité de Crisis solo me autorizaron a mí por haber realizado el cambio de domicilio”, manifestó.

Por estas horas, Altamirano se encuentra haciendo la cuarentena en un hotel de Juana Koslay.

“Me recomendaron que me lleve a mi tío a Buenos Aires lo que me resulta totalmente ilógico porque es una persona de alto riesgo y yo junto con mis hijos nos podemos movilizar pero él no; necesito que dejen ingresar a mis nenes, jamás me separé de ellos y me desespera no saber cuándo los volveré a ver”, finalizó.

Aseguró que hizo el cambio de residencia también para sus pequeños y que en estos momentos los documentos se encuentran en el Correo.

Por otro lado remarcó que su marido tuvo que renunciar a su trabajo para dedicarse al cuidado de los tres hijos: “Lamentablemente presentó la renuncia porque no lo iban a aguantar si no sabía cuándo me puedo traer a los chicos conmigo”.

La historia de Altamirano se compara a las últimas dos de dolor que tomaron gran repercusión en la última semana. La más triste es que vivieron Victoria y Antonela Garay, quienes pidieron permiso en 10 oportunidades para poder despedir a su papá. Cuando las autorizaron, el hombre murió en Quines. Al mismo tiempo se conoció el pedido de Celia Segura, que está varada en Mendoza y no puede volver para estar con su padre enfermo también de cáncer.

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